Un cargador de agua tenía dos
grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de
los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era
perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie desde el
arroyo hasta la casa de su patrón.
Cuando llegaba, la vasija rota solo contenía la mitad del agua. Por dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para la cual fue creada; pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer.
Cuando llegaba, la vasija rota solo contenía la mitad del agua. Por dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para la cual fue creada; pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer.
Después de dos años le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada de mi misma y me quiero disculpar contigo"... ¿Por qué? le preguntó el aguador.
-"Porque debido a mis grietas, solo puedes entregar la mitad de mi carga. Debido a mis grietas, solo obtienes la mitad del valor de lo que deberías."
El aguador se sintió muy apesadumbrado por la vasija y con gran compasión le dijo: -"Cuando regresemos a la casa del patrón quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.

Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas, es decir, tenemos diferencias que nos hacen únicos, simplemente hay que saber sacarles provecho y ver como esos pequeños “defectos” nos conforman y enriquecen nuestro alrededor.
Lic. Mayela, Psicóloga Clínica en Mty. N.L.
Contacto: (81) 89956057 / PsicologaMayela@gmail.com
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